Nos gusta el dólar. Estamos habituados a operar con dos monedas. Pensamos en dólares. Ahorramos en dólares. Si paramos a una persona en la calle y le preguntamos cuánto es la inflación o el déficit fiscal probablemente no sepa. Pero si le preguntamos cuánto vale el dólar, con certeza sabrá.
A pesar de que ahorramos mayormente en dólares, con frecuencia esto no es lo más conveniente. En efecto, si bien en el imaginario colectivo está incorporado que el dólar es resguardo de valor y garantía de estabilidad, en las últimas décadas ha sido, en promedio, más rentable invertir en pesos.
Y salvo episodios en los que el dólar tuvo saltos importantes (como en 1982, 2002, 2008 o 2020), invertir en pesos ajustados por inflación fue mejor inversión. Aun incluyendo los mencionados eventos, en el largo plazo la UI (unidad creada en 2002 que se ajusta en función de la variación del Índice de Precios al Consumo) tuvo mejor rendimiento que el dólar.
Cuando uno analiza las inversiones de inversores institucionales como las AFAP, con más información y con todos sus recursos dedicados a gestionar los ahorros de un millón y medio de compatriotas, se encuentra que la mayor parte del portafolio de las AFAP está invertido en pesos uruguayos (incluyendo en Unidades Indexadas). Esta es una fuerte indicación de que es la moneda más conveniente en un horizonte de largo plazo.
¿Ahorro en dólares o en pesos?
La rentabilidad no es la única consideración a la hora de decidir en qué moneda ahorrar. Esta decisión depende crucialmente de la situación de cada uno, de sus objetivos y tolerancia al riesgo.
Para decidir en qué moneda ahorrar es importante ver en qué gasto.
Los gastos corrientes (supermercado, luz, agua, teléfono y educación, por nombrar algunos) están en pesos. Para ello preciso tener pesos. Otras erogaciones más esporádicas, como la compra de una cafetera, una heladera, o un auto o un viaje, están mayormente en dólares. Para ellas ahorro en dólares.
Para afrontar las dos mayores erogaciones a las que nos enfrentamos en el largo plazo nos conviene ahorrar mayormente en pesos: la jubilación y la compra de la vivienda.
Quien planee jubilarse en Uruguay debería tener una parte significativa en inversiones en pesos, que acompañen el aumento del costo de vida. Los jubilados consumen muchos servicios (incluyendo salud, y a edades más avanzadas acompañamiento, etc.) y estos son bienes no transables cuyo precio evoluciona con el aumento de precios domésticos. De hecho, la población uruguaya ha acumulado un volumen importante de ahorros en pesos para la jubilación a través de las AFAP, que sería interesante poder complementarlo con ahorro adicional.
Otro motivo para ahorrar en pesos es la vivienda. Por más que las propiedades están nominadas en dólares, el precio de la vivienda en el largo plazo tiene una correlación mucho mayor con los salarios (medidos en dólares). Dicha correlación es aún mayor con el PIB per cápita en dólares. Ello es, entre otros, porque la decisión de compra depende de cuánto dinero tenga. Y, salvo que perciba una herencia, esto depende de cuanto gane.
Entonces, por el lado de la decisión de ahorro, hace sentido ahorrar en dólares, pero es muy importante también hacerlo en pesos.
Cuando uno mira el endeudamiento de las familias (sobre todo el financiamiento hipotecario), está casi enteramente denominado en pesos. Pero seguimos eligiendo mayoritariamente al dólar para depositar nuestros ahorros.
¿Por qué insistimos con lo que es menos conveniente?
Si la evidencia es tan clara en que tiene sentido ahorrar en nuestra moneda y es más rentable hacerlo invirtiendo en UI, ¿por qué preferimos el dólar?
Hay varias explicaciones a este fenómeno. Por un lado, décadas con alta inflación llevaron a que el atributo del peso como reserva de valor se fuera perdiendo. Y apareció un sustituto: el dólar.
Por otro lado, dos eventos en las últimas décadas tuvieron consecuencias devastadoras y se vivieron con mucha angustia e intensidad: la tablita, en 1982, y la crisis del 2002. Ambas estuvieron asociadas a fuertes devaluaciones y continúan muy presentes en la memoria colectiva.
Parecería que se prefiere perder poder de compra y rentabilidad y colocar en dólares para cubrirse de una devaluación abrupta. Los estudiosos del comportamiento humano dicen que es mucho más lo que nos duele perder, que lo que disfrutamos de ganar.
Quizás también influya que nuestra historia está muy ligada a la de Argentina y ahí sí que el que ha apostado contra el dólar ha perdido. Hay otros factores. Estudios muestran que las vivencias que experimentamos –sobre todo en edades pivotales, ferméntales– juegan un rol muy importante. El entorno y las circunstancias y lo que uno vive y lo que aprende en su niñez y juventud influye en su comportamiento financiero por el resto de su vida. El que ve a sus padres toda la vida ahorrar en dólares y, más aún, quien vio a personas cercanas fundirse en las crisis tenderá a privilegiar la moneda norteamericana.
La educación financiera
- ¿Cuánta gente toma en consideración las diferentes dimensiones a la hora de decidir en qué moneda ahorrar?
- ¿Cuántos saben que ha sido históricamente más rentable invertir en pesos?
- ¿Y que es invertir en pesos ajustados por inflación lo que protege su poder de compra?
La preferencia por el dólar es ya algo cultural. Es parte de nuestras costumbres y hábitos. Son cosas que lleva tiempo cambiar.
Pero hay acontecimientos que llevan a ser optimista en que se darán pasos en el sentido de la mayor adopción del peso uruguayo a la hora de ahorrar.
Ver al Banco Central desplegando un arsenal de medidas para llevar la inflación a niveles cercanos al 3% –una inflación baja y estable es una condición fundamental para tener una moneda de calidad que vuelva a ser reserva de valor– y liderando un diálogo para “convencer a los agentes de las externalidades que plantea la dolarización sobre el crecimiento, el ciclo económico, la estabilidad financiera y los problemas distributivos” (BCU).
Ver actores fundamentales del mercado, como lo son los presidentes del Banco República y de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay, así como el titular de la Comisión de Promoción del Mercado de Valores, con fuerte vocación de contribuir con nuestro país, comprometidos con esta iniciativa y buscando fomentar alternativas de inversión en pesos para los pequeños y medianos ahorristas.
Todo esto no es tan fácil, ni tan evidente porque si no ya se hubiera hecho. Pero si el Banco Central logra bajar la inflación a niveles más cercanos a 3% y las instituciones financieras comienzan a ofrecer más productos en pesos para el ahorrista promedio, vamos a empezar a transitar este camino de la mayor adopción del peso para nuestros ahorros.
El final de este partido está por verse. Es uno de esos en el que podemos ganar todos.
La base de este artículo se publicó originalmente en El Observador. Esta versión puede incluir ajustes, correcciones y ampliaciones.